En la antigua fábrica de Valca,
crecen las yedras en un rincón oxigenado
amanece en mi comarca,
mitad verde, mitad nublado.
Puedo compartir mi soledad
con los robles, las hayas, los pájaros,
con las naves despechadas, con el tren abandonado
que nunca pudo ir al valle del Pas.
Allí los días son eternamente domingo
de madrugada, los bosques se visten de cobre,
de oro, esmeralda, -el cielo de aluminio-
para así disimular su desengaño con el hombre
que nos usó ignorando nuestros sentimientos y cariño,
que nos infectó con sus químicas estelas
-infectadas de aluminio-
Congoja
impotencia
Me acerco a mi viejo árbol, que es mi árbol de la ciencia
y en medio de la verdura conversamos.
Somos el club de los marginados,
la tierruca de los montes ciclotímicos,
también de los humedales, de los cielos -de aluminio-
donde sólo vuelan aves
y empatizo con el grito ahogado
del Cadagua y de los animales.
Pero ya solo quedamos nosotros,
belleza interrumpida en mí, los avellanos y los olmos.
Estamos tranquilos, y vestidos de cobre
porque sé que nos depuraremos de las nubes de aluminio
y lucharemos contra Ése hombre.
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